¿Por qué el flúor es tan importante para los dientes?
El flúor es uno de los ingredientes más importantes que encontramos en dentífricos y otros productos de higiene bucodental. Los profesionales en odontología remarcan que...
La caries dental es una de las enfermedades más comunes de la boca. Junto con la periodontitis, se encuentra entre las principales causas de pérdida de dientes.
Son muy pocas las personas que a lo largo de su vida han tenido la suerte de no acudir nunca al dentista a causa de un fuerte dolor de muelas provocado por una caries profunda.
La caries es una enfermedad que conduce lentamente a la pérdida del esmalte y la dentina, es decir, los tejidos duros del diente.
Inicialmente se daña el esmalte. En esta etapa, también resulta difícil darse cuenta de que la caries está presente en su estado inicial.
Solo el odontólogo, a través de un cuidadoso análisis, puede comprobar la presencia de esa pequeña mota que indica que el diente ha sido dañado.
Las causas de la caries son de dos tipos: por un lado, tenemos los factores exógenos y por otro los factores endógenos.
Los factores exógenos son aquellos factores externos que condicionan y promueven la formación de caries.
Los principales son los factores microbianos, que favorecen la formación de biofilm, una capa gelatinosa formada por microorganismos que afectan a los dientes, de ahí la importancia absoluta de la higiene bucal.
Los factores dietéticos también son cruciales, especialmente la elevada ingesta de alimentos y bebidas azucaradas, ya que son sustancias que favorecen la proliferación de las bacterias cariogénicas.
Otro factor que no debe subestimarse es el tabaquismo. El tabaquismo contribuye de forma importante a la formación de placa y sarro, favoreciendo la formación de caries.
Los factores endógenos son aquellos intrínsecos al sujeto, como los factores constitucionales caracterizados por una estructura dental débil.
El tipo de salivación también es importante en la formación y desarrollo de la caries.
La reducción de la salivación tanto cuantitativamente, reducción de la producción salival, como cualitativamente, alteración del pH, cambios en las concentraciones de los componentes de la saliva, puede ser una ayuda indirecta para el proceso de caries.
La saliva tiene una función limpiadora y es capaz de amortiguar los ácidos que se forman durante la alimentación. Constituye una barrera protectora, por lo tanto, si es demasiado débil, no puede proteger adecuadamente la cavidad oral.
Los ácidos producidos por las bacterias cuando existen restos de comida, son los principales causantes del proceso de formación de la caries.
Sin una limpieza profunda, estos ácidos comienzan a erosionar el esmalte dental, provocando las primeras lesiones (caries de primer grado).
A través de ellas, las bacterias y los ácidos llegan a las capas más internas del diente. Primero a la dentina, que es menos resistente que el esmalte al efecto de los ácidos, aumentando su acción destructiva (caries de segundo grado).
El avance de la caries continúa de forma ininterrumpida y cada vez más profunda, alcanzando la capa más interna del diente, la pulpa dental, que contiene vasos sanguíneos y nervios (caries de tercer grado).
En este momento, el diente está gravemente infectado y de no ser tratada la caries puede llegar también al hueso, comprometiendo toda la estructura del diente (caries de grado cuatro).
La caries se desarrolla entonces desde el exterior hacia el interior del diente, con un curso temporal lento y variable. Por término medio, el proceso de caries evoluciona durante un período de 6 meses a 2 años, dependiendo de la influencia de diversos factores endógenos y exógenos.
Los tejidos de los que se componen los dientes no tienen capacidad de autoregeneración, por ello es importante acudir al odontólogo para tratar las caries.
Los tratamientos que se llevan a cabo dependen del tipo de caries y de su estado de desarrollo.
Lo primero que hará el dentista es comprobar dónde se encuentra la caries y el estado general de los dientes que han sido afectados, para lo cual en la mayoría de los casos se necesitará una radiografía.
El objetivo principal es intentar salvar la pieza dental siempre que sea posible, eliminando el tejido afectado por la caries.
El empaste es el método más utilizado para ello, y consiste en tratar la lesión eliminando la parte cariada con una fresa dental y rellenando la cavidad con un material adecuado.
Dependiendo de la cantidad de superficie dental comprometida, se requerirán tratamientos más avanzados, como la colocación de una corona protésica para reemplazar la natural.
Cuando la caries ha penetrado profundamente en el diente, afectando a la pulpa dental, es necesario desvitalizar el diente, se crea una vía de acceso a la cámara pulpar, que se limpia cuidadosamente con la ayuda de limas dentales y se rellena con una sustancia inerte llamada gutapercha. A continuación, se reconstruye el diente con un empaste o una nueva corona, según sea necesario.
La solución más extrema es la extracción del diente si éste está irremediablemente comprometido y se quieren evitar complicaciones aún más graves.
Las medidas para prevenir la caries son sencillas, pero deben llevarse a cabo con regularidad:
Las caries se clasifican normalmente en:
Además, según el proceso de formación de las caries, estas se dividen en diferentes clases:
Este tipo de caries recibe su nombre porque su progresión se detiene en la capa superficial del diente, es decir, solo ataca el esmalte y no continúa su desarrollo en profundidad.
El daño es esencialmente estético, con una mancha oscura, especialmente cuando se produce en los dientes delanteros, y es totalmente asintomático.
En estos casos, el propio organismo es capaz de hacer frente a la caries evitando o disminuyendo su progresión.
Esta caries es la más frecuente y afecta a la parte del diente visible por fuera de la encía, la corona, por ser la más expuesta al efecto de las bacterias procedentes de los restos de alimentos.
En estadios intermedios, es una caries fácilmente diagnosticable, apreciable a simple vista, habitualmente se puede detectar a tiempo antes de que inicie su proceso hacia el interior de la pieza dental.
Cuando la caries afecta a la zona del cuello del diente, es decir, a la zona más cercana a la encía, se habla de caries cervical o de cuello.
La causa principal de esta caries es, sin duda, la acumulación de residuos de alimentos en los surcos de las encías, producto de una higiene bucal incorrecta.
Se trata de un proceso cariogénico sigiloso, no solo porque se inicia en una zona oculta de la pieza dental, sino también porque suele dar lugar a otras patologías, como la gingivitis y la periodontitis.
Este tipo de caries dental afecta a la raíz del diente siendo más frecuente personas mayores, de ahí el nombre de caries senil. Puede afectar también a quienes sufren recesión de las encías. En estos casos, la encía no protege adecuadamente la raíz del diente, dejando el camino libre para que la placa y el sarro se depositen.
Aquí, la caries lo tiene fácil; no sufre mucha resistencia por parte de la estructura del diente y llega fácil y rápidamente al interior del diente. En este caso, el daño causado es irreversible y la extracción del diente es casi inevitable.
Se trata sin duda de la caries más insidiosa, ya que afecta al esmalte intersticial, en el espacio entre dos dientes y cerca de las encías, erosionando el esmalte y profundizando en la dentina y la pulpa del diente.
Los dientes molares son los más fácilmente atacados por la caries interdental debido a su posición retrasada, contar con una superficie interdental más amplia y a su mayor dificultad para ser limpiados en profundidad.
Difíciles de detectar a simple vista, por lo que con frecuencia el paciente acude a consulta cuando el daño ha progresado y la pulpa también se ha visto comprometida. En este caso, es necesaria la desvitalización del diente cariado con la reconstrucción de la parte extraída.
Se trata de una caries que no se nota, ya que se origina en el interior del diente, vaciándolo lentamente hasta que la estructura no puede soportar la presión ejercida durante la masticación y el diente se rompe.
Una caries, por tanto, que actúa de forma inversa a las otras, que parten del exterior y se extienden en profundidad.
Con frecuencia, un diente afectado por una caries central está destinado a ser extraído. Solo se puede diagnosticar mediante radiografías y debe tratarse lo antes posible, para evitar la formación de granulomas, periodontitis y abscesos, o antes de que afecte también al hueso.
Por desgracia, la caries en los niños es cada vez más frecuente. Una alimentación incorrecta y una limpieza bucal superficial son los errores más comunes que favorecen la aparición de caries.
Los dientes de leche son notoriamente más frágiles que los permanentes por tener una estructura menos compleja y resistente.
Al contrario de lo que se suele pensar, los dientes de leche cariados también deben ser tratados, aunque estén destinados a caerse y ser remplazados por la dentición del adulto.
Esta caries, puede causar daños a nivel periodontal, afectando también al germen de los dientes permanentes que están listos para salir.
La caries se forma como resultado de la acción de las bacterias, normalmente presentes en la cavidad oral, acumuladas en el biofilm dental que se adhiere tenazmente al esmalte dental, por lo que es importante eliminarlo mecánicamente a diario, es decir, cepillando los dientes.
Aguda, cuando se desarrolla en menos de un año, crónica, cuando se desarrolla de forma lenta y constante durante un par de años y recurrente, cuando reaparece si no se trata adecuadamente.
Es el dentista quien suele detectar fácilmente la presencia de caries mediante el uso de instrumentos especiales para sondear las cavidades producidas en el esmalte. También se pueden hacer radiografías para comprobar el grado de gravedad de la lesión cariosa, por lo que es importante asistir periódicamente a las visitas de revisión.
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