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El síndrome de boca ardiente es un trastorno caracterizado por un ardor de la cavidad bucal difuso sin presentar causas evidentes como lesiones de la mucosa o enfermedades sistémicas específicas, por ejemplo: diabetes, enfermedad tiroidea, alergias, anemia, esclerosis múltiple, deficiencias nutricionales, cambios hormonales asociados a la menopausia, etc.
Esta sensación de ardor se generaliza a toda la mucosa oral o se percibe localmente a nivel de la lengua (especialmente el dorso y la punta), el paladar, los labios, las superficies en relación con las prótesis móviles o el suelo de la boca.
El diagnóstico del síndrome de boca ardiente debe hacerse cuando no hay causas desencadenantes aparentes ni a nivel local ni sistémico.
De hecho, existen diversos factores que pueden dar lugar a cuadros clínicos similares al síndrome de boca ardiente y que, una vez identificados, requieren un tratamiento específico.
Las posibles causas locales son:
Las posibles causas sistémicas incluyen:
Una vez descartado un factor secundario como causa del ardor de la cavidad bucal, en colaboración con los especialistas que se ocupan de las distintas patologías mencionadas, el diagnóstico de síndrome de boca ardiente está justificado.
Los principales síntomas del síndrome de boca ardiente son:
El síndrome de boca ardiente también se asocia con frecuencia a ciertos trastornos psicosomáticos, anomalías funcionales de las glándulas salivales (con cambios en la saliva) y a cambios hormonales debidos al periodo posmenopáusico.
Los síntomas del síndrome de boca ardiente pueden manifestarse con una gravedad variable (de leve a moderada) y pueden aparecer de forma repentina o gradual. Algunos pacientes se quejan de molestias constantes, mientras que otros tienen síntomas fluctuantes con remisiones temporales durante las comidas o el sueño. En la mayoría de los casos, los síntomas aparecen a última hora de la mañana y alcanzan su punto máximo por la tarde antes de desaparecer por la noche.
Muchos pacientes también experimentan una sensación de hormigueo, un paladar frío o una lengua ardiente.
El dolor suele afectar a ambos lados de la boca y a unos dos tercios de la lengua (pero también puede sentirse en las mejillas, los labios y el paladar). El grado de malestar puede ser moderado o muy intenso. El dolor puede presentarse a lo largo de meses o años y, mientras que en algunos individuos se produce a diario, en otros el patrón es variable en el tiempo. Eventualmente puede empeorar al hablar o al comer alimentos calientes, ácidos o picantes.
El síndrome de boca ardiente es una afección benigna, pero como causa un dolor crónico difícil de controlar, puede tener un gran impacto en la calidad de vida del paciente, convirtiéndose incluso en una fijación que no se puede ignorar, interfiriendo así en el trabajo y en otras actividades diarias.
Cuando es posible identificar una causa responsable de la sensación, se recomienda obviamente el tratamiento de la patología responsable, pero si los síntomas persisten a pesar del tratamiento, se puede confirmar el diagnóstico de síndrome de boca ardiente; en estos casos, los primeros intentos consisten en la prescripción de fármacos para controlar el dolor y reducir la sequedad de la boca (si está presente), aunque el dolor no siempre responde a los antiinflamatorios clásicos. En algunos pacientes el uso de anestésicos locales puede proporcionar alivio.
Por ello, se utilizan medicamentos conocidos por su efecto sobre el dolor neuropático, como:
Dado que el síndrome de boca ardiente es un trastorno de dolor complejo, el tratamiento que funciona en una persona puede no funcionar en otra.
Puede ayudar a reducir las molestias tomar una bebida fría, dejar que un cubito de hielo se derrita en la boca o masticar un chicle sin azúcar.
Hay que evitar los irritantes como:
La causa principal del síndrome de boca ardiente sigue siendo desconocida. Algunas hipótesis se refieren a la presencia de estrés, depresión y ansiedad, pero aún no está claro si son causas o efectos.
Los síntomas del síndrome de boca ardiente pueden persistir durante meses o años, en algunos pacientes de manera ininterrumpida (todos los días sin interrupción) y en otros con fases de alivio temporal.
El ardor de la lengua puede depender de numerosas causas, tanto localizadas (heridas causadas por dientes afilados, prótesis mal adaptadas, quemaduras, exposición a irritantes, estomatitis alérgica de contacto, entre otras.) como sistémicas (como la escarlatina, diabetes, terapias farmacológicas, estrés emocional y trastornos hormonales).
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