El rol del higienista en la creación de hábitos de higiene oral en los pacientes

Autor: Dr. Alessandro Dini Fernández

Vicepresidente de Hides Catalunya

Técnico Superior en Higiene Bucodental

Doctor en Odontología

Universidad Central de Venezuela (Caracas)

Rol higienista hábitos de higiene oral

¿Qué es un hábito? ¿En qué consiste o cómo se adquiere? 

Alguna vez te has preguntado: ¿Qué es un hábito? ¿En qué consiste o cómo se adquiere? 

Un hábito, en sentido amplio, no es más que un rito repetitivo con el que cumplimos, para bien o para mal. Por poner un ejemplo, hacer ejercicio todos los días o beber cerveza todas las noches son hábitos. 

En el sentido más estrecho y profundo, un hábito es aquel comportamiento o acción que ponemos en práctica regularmente sin preguntarnos si merece la pena hacerlo o no. 

Por ejemplo, ¿te detienes algunos minutos delante de la ducha preguntándote si vale la pena o no dártela? Espero que no. ¿O te paras a preguntarte si es una buena idea peinarte, vestirte y arreglarte para salir de casa? De nuevo, espero que no. 

 Si, como creo, he tomado ejemplos de hábitos cotidianos que más o menos todos cumplimos, quiere decir que hemos identificado en qué consisten los hábitos. En otras palabras, por hábitos entendemos todas aquellas actividades tanto motoras como mentales que, al cabo de numerosas repeticiones, se desenvuelven de forma relativamente automática, con mayor facilidad y coordinación. 

 Generalmente, a nuestros padres les tomó mucho tiempo, paciencia, fuerza de voluntad y perseverancia hacernos duchar, vestir, arreglar y, ¡claro!, hacernos cepillar los dientes. 

 Ahora te hago otra pregunta: ¿por qué si gran parte de los adultos “saben” bien cuáles son los hábitos positivos de higiene oral que deben realizar sus hijos, un gran porcentaje no los practican? 

Antes de entrar en la diferencia que existe entre los hábitos de higiene oral de adultos y niños, deja que te hable de las LHO (Lecciones de Higiene Oral). 

LHO (Lecciones de Higiene Oral)

Por mi parte, adoro las LHO cuando el público son los niños. Sin embargo, admito que el reto es mucho más interesante cuando se trata de adultos. 

Los hábitos de los adultos parecieran estar englobados en un bloque de hielo a 150°C bajo cero: ¡Indestructible! 

Parafraseando a Stephen Guise (“Mini-habits”, 2019):

“un hábito es un intento de automatización del cerebro que nos salió bien”; y si el hábito creado es saludable, su proceso es mucho más sencillo y divertido. 

Pero ¿por qué son diferentes los hábitos de higiene oral entre adultos y niños? 

Para los niños, estar en el baño con papá o mamá, usando FluorKIN Calcium y el cepillo infantil KIN para cepillarse los dientes es un momento de juego y de aprendizaje. El objetivo es divertirse y mejorar el control psicomotor. Para los adultos, se trata de una lucha constante entre prioridades.  

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¿Cuántas versiones de esto, colegas, no habéis escuchado en la consulta?: 

“Prefiero dormir 2 minutos más a pasar la seda interdental.”  

“Si tomo solo un café por la mañana, no es necesario lavarme los dientes.” 

“Cuando termino de arreglar a mis hijos, me quedan apenas 20 segundos para prepararme antes de salir.” 

“Prefiero cepillarme los dientes 10 veces al día que no pasar la seda interdental, ¡la odio!” 

Son solo unos pocos ejemplos de los mil muros que, a diario y con cada paciente, toca saltar, derrumbar, doblar… 

Hoy en día, resulta indiscutible que una buena higiene oral es la base de una buena salud general; otro día, en el que me sienta menos motivador y más científico, os prometo una monografía sobre cómo influye el microbioma de la cavidad oral en una cantidad enorme de procesos fisiológicos fundamentales para nuestra salud. 

Para este artículo, el primero que escribo para Laboratorios KIN, me visto de persuasor senior y lo comparto con vosotros. 

  • Pide las muestras que consideres que te pueden servir. La presencia en la consulta de productos de calidad es la clave para poder hacer LHO, con espejo en la mano del paciente, eficaces y utilizando los productos que posteriormente aconsejaremos al paciente para su uso.
  • Mide el nivel de empeño de tu paciente. Proponerle a un paciente, que no posee ni la destreza ni el hábito necesario para pasar la seda interdental, que se empeñe en hacerlo todos los días durante 6 meses, prometiéndole que, al cabo esos 6 meses, no le tomará 15 minutos como el primer día, sino 1 minuto no más, es pura utopía. Fabrica soluciones creativas y progresivas, por ejemplo, proponle dedicar 6 meses a pasar la seda por 30 segundos antes del cepillado de la noche y que lo haga todos los días, sin saltar ni uno. No importa cuántos espacios interdentales llegue a limpiar en ese tiempo (los primeros 6 meses son para crear grietas en el bloque de hielo de los hábitos consolidados). Deben ser 30 segundos y no 29 ni 31. Asegúrate que haya entendido bien los movimientos de la seda entre los dientes, el anclaje y todas las minucias de la técnica. Al cabo de 6 meses revisa la técnica y, si es correcta, aumenta a 60 segundos por los siguientes 6 meses. A la tercera higiene profesional ¡podrías sorprenderte!
  • No te canses nunca de coger el cepillo y la seda y enseñarles, enseñarles, enseñarles.
  • Escribe en el diario clínico la situación objetiva de la higiene oral antes de instrumentar, si puedes documentar con fotografías, mejor. Usa todos los índices, tasas y estadísticas que puedan ayudarte a medir la situación y el progreso de tus pacientes. Si hay progresos, felicítalos y agradécelo, un paciente que escucha es un paciente que gratifica y eso es impagable.
  • Mantén una visión de cara al futuro de tu profesión y recuerda que lo que hoy estamos afirmando, dentro de 10 o 20 años pudiera ser mentira, y seguro, lo será.
  • No olvides nunca que tu trabajo es la llave maestra que abre la puerta de una buena salud general, úsala con sabiduría y maestría. 

En definitiva, el rol del higienista bucodental es fundamental para establecer hábitos adecuados en los pacientes ya que una de sus funciones es educarles y motivarles para sentar las bases de lo que será el día a día. Este hábito tiene su origen en la consulta dental y sin él, el paciente no conseguirá tener una óptima salud oral, por lo tanto no gozará de salud general. 

BIBLIOGRAFÍA

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